PREGÓN HOMENAJE A ANA MARIA MATUTE
-¡Ana María, despierta!
El príncipe se quedó contemplándola. Era guapa, el pelo negro, los
ojos grandes, la boca carnosa. Luego la sacudió suavemente, por un hombro.
Insistió: -Vamos, mujer, que ya es hora.
Ana María, solo después de un rato, empezó a moverse. Primero
movió un dedo, luego una ceja, luego entreabrió un ojo.
-¿Y tú… quién… eres? –preguntó, no sin gran esfuerzo.
-¡Soy el Príncipe Azul!
-¿El qué?
-El príncipe… ¿No te acuerdas? Tenemos que amarnos.
-¿Es obligatorio?
-Claro, lo manda la tradición.
-¡Pues entonces vete a hacer gárgaras!
Ana María se giró hacia un lado y volvió a dormirse. El príncipe
quedó sumamente desconcertado. Se incorporó del filo del lecho y se puso a
pasear la estancia.Vio las telarañas del tiempo colgando de los pesados
cortinajes, vio a un par de alabarderos durmiendo de pie, la nariz del uno
apoyada en la nariz del otro. Vio, o mejor dicho, escucuchó la estridente
sinfonía de ronquidos que le llegaban de todas partes de aquel palacio
encantado; ronquidos atronadores de guardianes forzudos, ronquidos
silbantes de cocineros exquisitos, ronquidos trascendentes de capellanes
gordinflones, ronquidos, ronquidos… Como que tuvo que taparse las orejas
para no ser víctima de aquel terremoto sónico… y entonces se dio cuenta:
¡el fuego de la chimenea también dormía! Se acercó, aproximó una mano a
aquellas llamas petrificadas y quedó ensimismado… Luego de un tiempo
incontable, levantó la vista y vio sobre la repisa una hilera de libros. Eran
libros de cuentos, los únicos objetos de aquel lugar que no habían
acumulado polvo ni telarañas. Con un temblique en el dedo índice de la
mano derecha, impropio de todo un príncipe, fue recorriendo los títulos:
Cuentos de antaño, de Charles Perrault, Cuentos de los hermanos Grimm,
Cuentos de H. C. Andersen, Cuentos de Ana María Matute... Al
leer este
último, el corazón empezó a repicarle. Sacó el libro y lo
abrió. Al azar fue
leyendo: “Todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no
podemos hacer
es confundirlo con la abuelita.” “La infancia es más larga
que la vida”. “El
que no ama está muerto”.
Justo al acabar esta frase, cesaron los ronquidos y el fuego
de la
chimenea cobró repentina vitalidad. El príncipe se apartó.
-Eso, ahora ponte a curiosear en mis cosas -oyó a sus
espaldas.
Levantó un poco más la vista y vio, en el espejo de la
chimenea, cómo se
incorporaba en su magnífico lecho una dama todavía más
magnífica. Casi
cien años de edad, el pelo totalmente blanco y la sonrisa
totalmente pura. -
¿Se puede saber qué día es hoy?
-¿Hoy? -El príncipe no tenía ni la menor idea.
-¡Me acabo de acordar!- Exclamó ella-. ¡Es 24 de octubre,
día de la
Biblioteca! ¡No te quedes ahí pasmao, que los niños nos
están esperando!
¡Vamos, Príncipe Azul, mueve el culo!
Antonio Rodríguez
Almodóvar